Nuestra propia bolsa de valores.

Jersey de Mango, 30€. Gafas de sol Diesel, 115€. Reloj de Breil, 235€...

Una vez, alguien me menciono unas palabras que nunca olvidare: que una cosa era el precio de algo y otra muy distinta su valor. No pude comprender muy bien a lo que se refería, pero con el tiempo fue adquiriendo significado para mi esas palabras, hasta tal punto de no poder olvidarlas nunca.

Supongamos que compramos un abrigo de cashmere, por el que hemos pagado un dineral. Dineral que creemos justificado por el hecho de que el cashmere es muy valioso y sobretodo lujoso. Tu te sentirás completa con tu compra, con la sensación de que tienes una prenda que te sera realmente útil, duradera, que sera tu amiga en los duros días de invierno en los cuales el frío impere. Pero al llegar el gélido invierno, te das cuenta de que esa prenda no es tu amiga, porque al mirar en la letra pequeña la realidad explota ante tus ojos: le diste mas valor del que realmente tenía, ya que su porcentaje de cashmere es misero comparado con el de acrílico. Te das cuenta de que tu compra fue precipitada, pero sobretodo equivocada.

Por eso la vida me ha enseñado que el valor de las cosas no esta en lo que te cueste tenerlo, o en el tiempo que te dure, si no en la intensidad y en los buenos momentos que te de. Me atrevo a decir que esa es la razón por la que existen momentos inolvidables, sentimientos inexplicables y personas incomparables. Por eso siempre me han inculcado a darle valor a las cosas, no por lo que valen, si no por lo que significan y por lo que realmente son.

Jersey de Mango, 30€. Gafas de sol Diesel, 115€. Reloj de Breil, 235€... Un recuerdo con mi familia, NO TIENE PRECIÓ.